Una exhaustiva investigación en torno a La chica de la perla, una de las pinturas más fascinantes y cautivadoras de Johannes Vermeer (1657-59),  revelaba meses atrás que la joven poseía delicadas pestañas y que la perla que luce a modo de pendiente no era tal, sino que se  trata de una ilusión óptica, de un punto focal en la pintura. Sin embargo, las grandes preguntas continúan sin respuesta: ¿Quién es ella? ¿En qué estaba pensando? ¿Cuál era su relación con el pintor? Nada se sabe tampoco de la protagonista de Muchacha leyendo una carta (1657-59), pero la aparición de un Cupido oculto durante siglos bajo una gruesa capa de pintura ha cambiado significativamente la comprensión de la escena.