Hacia las dos de la tarde del 1 de agosto de 1798, la flota británica finalmente avistó los barcos franceses, tras más de dos meses de persecución infructuosa por las aguas del Mediterráneo. La escuadra que dirigía el joven contraalmirante Horatio Nelson, compuesta de 14 buques, aún se encontraba a unos 15 kilómetros de la bahía de Abukir —una de las desembocaduras del río Nilo—, donde estaban anclados los 13 buques y cuatro fragatas al mando del vicealmirante François-Paul Brueys d'Aigalliers.