Algunos descuidos tienen consecuencias tan inesperadas como desastrosas. Según la mitología griega, la diosa Aurora pidió a Zeus que concediera la inmortalidad a Titono, hermano del rey Príamo de Troya, del que estaba enamorada. El jefe de los dioses accedió a su demanda y justo por eso se desencadenó el drama. ¿De qué sirve vivir para siempre si no disfrutas de eterna juventud? Como Aurora olvidó solicitar este requisito, el pobre Titono se vio condenado a envejecer por toda la eternidad.