“Alejandro, rey de los macedonios y Hegemón de la Liga Helénica, cortando el Nudo Gordiano”. Ante la presencia de sus amigos mas cercanos, comandantes y tropas en general, el joven conquistador intenta superar el antiguo desafío que ofrecía la conquista de Asia a quien desatase el nudo que ataba un viejo carro con un yugo. Aunque comenzó lleno de confianza, el rey no tardo en darse cuenta de lo complicado del asunto y de que un fracaso en esas circunstancias golpearía su reputación así como la moral de sus hombres en vísperas de enfrentarse al poderoso ejercito persa. En un momento determinado, y ante la perplejidad de los espectadores, un impaciente Alejandro desenvaina su espada y de un solo tajo corta el nudo. Para a continuación reclamar que había cumplido el desafío del oráculo, siendo vitoreado por sus hombres. Esa misma noche, Gordio fue sacudida por una tormenta de truenos y relámpagos, que todos tomaron como una señal de que los dioses estaban complacidos.