En los seis casamientos de los que se tienen constancia, pues sus amoríos y amantes se pueden contar por cientos, tiene mucho que ver la obsesión por tener un hijo varón que le sucediera en el trono. Tanta ansiedad por conseguirlo provocó la ruptura matrimonial con Catalina de Aragón, hija de los prestigiosos Reyes Católicos, y el comienzo de las hostilidades con el Papado. Rompería con la Iglesia Católica al no concederle la anulación porque repudiaba a Catalina al no darle un vástago (le daría una hija, María Tudor), lo que propició la entrada de reformistas protestantes en Inglaterra con la creación de su propia Iglesia: la Anglicana.