Año 809 a. C. La reina Dido, fundadora de Cartago, se enfrenta a una dura prueba: aceptar la proposición de matrimonio del rey gétulo Jarbas, o inmolarse en el templo de Melkart, señor de los mares. Su única esperanza radica en unos pequeños caracoles marinos. ¿Saldrá victoriosa del apuro? La luna emergió de entre las aguas, un día más. O un día menos, pensó Elisa. Porque aquel disco dorado, casi completo, presagiaba un sombrío futuro.