Cuando un niño comienza a tener una rabieta le da igual estar en una comida familiar o en un centro comercial lleno de gente. Siempre tenemos que mantener la calma. No debemos combatir fuego con fuego. Si le regañamos o le gritamos solo empeoraremos la situación. Lo mejor es restar importancia a su comportamiento y tomártelo con resignación. Intenta que pare su actitud intentando comprenderle mediante el diálogo. Si nuestro hijo ve que estamos tranquilos se irá calmando y cambiará su conducta.