Uno de los principales medios de alumbrado para tener luz (lux) en la antigüedad fue la antorcha, que originalmente se elaboraba con un palo de madera en el que un extremo se empapaba con un material inflamable, aunque también podía consistir en un manojo de palos atados a los que se podía añadir ramitas de papiro o junco. Estas teas presentaban grandes inconvenientes como el humo, el mal olor y el riesgo de incendios.