Sin duda alguna, el ejercicio más dificil y temido por todos los conductores de ese examen es el de la prueba de gases, en parte porque es un poco un salto de fe, pues con nuestros medios no tenemos forma alguna de saber cómo de bien preparados acudimos. Así pues, independientemente de la mecánica que se esconda bajo el capó de tu coche, el mejor consejo de todos pasa por entrar a la línea de inspección con el coche a temperatura de servicio, a la cual todos los dispositivos anticontaminación, como el filtro de partículas o el catalizador, estarán trabajando en su rango más eficaz. Asimismo, en el camino hacia la revisión, dale un par de alegrías al motor estirando las marchas (siempre y cuando la aguja del refrigerante marque los 90 °C), y circula durante unos 10 minutos a altas revoluciones. De esta forma lograrás expulsar parte de la carbonilla que se queda adherida en componentes como la válvula EGR o iniciar una regeneración pasiva del FAP.