Aquella lámpara con forma de pierna. La lengua de Flick atrapada en el asta de la bandera. Esa visita fatídica a Papá Noel. Hay innumerables momentos icónicos que ayudaron a colocar a esta comedia navideña de bajo presupuesto en el salón de la fama de los fracasos convertidos en éxitos de culto al que sin duda pertenece. Tras asumir la misma pesada carga que cualquier película que intente apartarse de la fórmula habitual de este género, es fácil entender por qué Historias de Navidad no fue un éxito inmediato: era más divertida, descarada y subversiva que todas las películas navideñas que la precedieron. Pese a que la película recaudó lo suficiente en taquilla, tardó más de una década en convertirse en una habitual de las navidades, uniéndose así a títulos como De ilusión también se vive (1994), ¡Qué bello es vivir! (1946), Pesadilla antes de Navidad (1993) y Cuento de Navidad (1951).