Todos hemos tenido infancia. Sus padres, querido lector, también fueron jóvenes, aunque usted los recuerde con ese aire cuasi marcial del que ya, talludito, ha experimentado los sinsabores de una vida que se extiende en el tiempo. Y a los personajes de nuestra historia les ha sucedido lo mismo. Si es que hasta el mismo Francisco Franco fue mozo, diantre, y tuvo sus escarceos sentimentales por aquí y por allá antes de sentar la cabeza con Carmen Polo. El más famoso de sus amores (o desamores, más bien) fue Sofía Subirán, vivaracha adolescente de 15 años a la que el futuro dictador enterró en más de dos centenares de cartas y postales de amor.