El motín de Aranjuez había supuesto la caída de Godoy y la abdicación forzada de Carlos IV, convirtiendo a su hijo Fernando, inductor de la revuelta, en rey de España. Al conocerse la noticia en Francia, Napoleón ordenó al mariscal Murat dirigirse cuanto antes a Madrid, donde este llegó pocos días después. Casi al mismo tiempo hizo su entrada en la capital el nuevo monarca, Fernando VII, acompañado de su familia.