Podría definirse, a groso como, como el arte de escalar con la mente, de realizar un recorrido de manera imaginada a través de un esquema de aprendizaje que nos ayude a minimizar el margen de error y el grado de incertidumbre al escalar, focalizando la atención en los agentes más importantes de la situación, mejorando el ritmo de ejecución que, a su vez, disminuirá el tiempo de escalada y el gasto energético y, en general, mejorará la eficiencia de la escalada.