“Si los griegos inventaron la tragedia, los romanos la epístola y los renacentistas el soneto”, escribió Elie Wiesel, “nuestra generación ha inventado una nueva literatura, la del testimonio”», recordaba Parul Sehgal en el New Yorker un tiempo atrás en una inobjetable, pero muy resistida, "objeción a la narrativa del trauma". "La consagración del testimonio en todas sus formas –memorias, poesía confesional, relatos de supervivientes, talk-shows– ha elevado el trauma, de indicador de un defecto, a fuente de autoridad moral, incluso a una especie de habilidad". Todos conocemos esa narrativa, o hemos escuchado hablar de ella, posiblemente hayamos caído en un momento u otro bajo su influjo: un narrador traumatizado revisita un hecho devastador que le sucedió –una violación, una relación incestuosa, un aborto involuntario, alguna de las muchas formas de discriminación que nuestra sociedad reserva para quienes no se disciplinan, un rapto de violencia, un trastorno psicológico, una ... Leer más