En los jardines deambulaban leones, osos, avestruces y pavos reales. Los comensales degustaban ostras y jabalíes. Había plantas exóticas. Las enormes terrazas se comunicaban con escaleras y las salas estaban decoradas con los más lujosos mármoles de la época. Ahora todo está escondido bajo de la transitada plaza Vittorio Emanuele, en el centro de Roma.