La Mezquita de Córdoba fue construida por Abderramán I como muestra del poderío del emirato independiente que había logrado establecer en la península ibérica. El nuevo emir estableció su capital en Córdoba (Qurtuba), ciudad que gozaba de una importancia estratégica, política, económica y cultural desde época romana (Patricia Corduba), al ser el último puente sobre el Guadalquivir y enlace directo con el interior de Hispania.