Es un restaurante de siempre, situado en el paseo de Calafell con vistas al mar con una terraza muy agradable, tanto en verano como en invierno cuando hace buen tiempo. Solemos ir bastante y nunca falla. La calidad de la comida es buenísima y el precio apropiado. La última vez que fuimos pedimos los mejillones a la brasa (¡muy recomendables!), tellinas, cigalas, pluma a la brasa y sardinas! A todos nos encantó y en general recomiendo cualquier plato a la brasa. El trato del personal como siempre muy cercano y familiar. Sin duda, volveremos!!!