En el 332 a.C. Alejandro Magno se enfrentó a la colosal tarea de conquistar la ciudad de Tiro, en el actual Líbano. Levantada sobre una isla y defendida por poderosas murallas, su conquista precisó la construcción de un enorme espigón desde la costa y el ataque conjunto por tierra y mar por parte de todo el ejército del rey macedonio.