Esta sopa es una mezcla de mejillones frescos, cebolla, ajo, perejil, vino blanco y caldo de pescado. Se cocina a fuego lento para que los sabores se mezclen y se sirve con pan crujiente y una pizca de queso rallado. Es una receta clásica de la cocina francesa y es perfecta para una cena elegante o una comida reconfortante en un día frío.