En Cuaresma las calles de Andalucía huelen a matalauva, azahar y pestiños, esa masa frita en la que colabora todo el mundo. Normalmente el pueblo se reúne en torno a un barreño donde se prepara la masa, formando una cadena de gente para luego freírlos y acabarlos. No es sólo el resultado, es todo el proceso y lo que va con él.