En el 844, después de asaltar las costas francas y sajonas, algunas expediciones vikingas deciden tomar nuevos rumbos y probar suerte en la Península. Primero recalarían en los reinos cristianos, donde fueron finalmente rechazados por Ramiro I. Más tarde arrasarían Lisboa y, para terminar el viaje, remontaron el Guadalquivir hasta Sevilla, con intenciones nada amistosas. Los normandos tripulaban una temible flota de hasta 80 drakkars (sus famosos barcos dragón). Sabedor de los desmanes de los mayus (nombre…