La esencia del engaño en inversión radica en que los criminales atraen a las víctimas para que ellos mismos transfieran sus fondos a otras cuentas al hacerles creer que van a hacerse ricos en horas o días. Aquí entran en acción las criptomonedas, los diamantes o el oro. Se prometen rendimientos financieros extraordinarios con esas inversiones y como prueba se dirige a esas víctimas a páginas y dominios web que muestran retornos de inversión falsos. Portales controlados al antojo de los criminales. Los futuros estafados creen que han “comprado duros a cuatro pesetas”, cuando en realidad todo lo que ven en esos portales es una trabajada simulación de unos beneficios que nunca llegarán.